viernes, 24 de febrero de 2012

LA LUNA

La madre, nuestro refugio, talentos innatos. Esto y más significa la Luna en la carta astral.
Entre los otros planetas y luminares que influyen poderosamente en la conformación de nuestra identidad, la Luna es, sin duda, un factor fundamental. Efectivamente, cuando conocemos nuestro signo lunar, o la posición por signo de la Luna al momento de nacimiento, nos podemos explicar muchas cosas, aspectos que incluso a veces distan de nuestras cualidades solares.
La Luna es la energía más conocida para todo ser humano. De hecho, cuando nacemos nuestra conciencia está protegida por la energía de la Luna, es decir, nuestra conciencia  es 100 por ciento lunar y poco a poco se va abriendo a otras energías, alcanzando un nivel de integración mayor. Si nuestra Luna de nacimiento está en el signo de Cáncer, por ejemplo, será con esa energía con la cual nos identificaremos más inconscientemente. Si la Luna cae en el signo de Sagitario, será con esa vibración con la que más me sentiré en casa. Así, cada Luna supone una energía distinta, pero a nivel arquetípico lo importante es que, cualquiera sea la posición de la Luna, ésta siempre indicará qué energía constituye el refugio en mi vida, con cual me siento “como en casa”, qué energía constituye mi nido, mi manto protector y nutricio.
La Luna simboliza la madre y todo aquello que connote protección. Es por ello que, aunque no conozcamos el signo de nuestra Luna, es muy probable que en momentos de temor, inseguridad o desprotección, tendamos inconsciente y automáticamente a refugiarnos en esta energía.
La Luna es nuestro refugio y, cuando la conocemos, cuando tomamos conciencia de su influjo, podemos refugiarnos en ella pero ya no como niños, sino como adultos que eligen nutrirse y apapacharse en esta energía. Cuando la Luna es una elección, dejamos de estar atrapados regresivamente en ella, como si sólo fuésemos ese fragmento de energía. Como adultos, reconocemos nuestra totalidad y si vamos a nuestra Luna es porque constituye nuestra energía básica, en ella nos nutrimos y cuidamos de nuestra alma.
Cuando desplegamos nuestra Luna conscientemente, nos acercamos a nuestros talentos: naturalmente somos seres lunares, nutrimos a otros y a nosotros mismos desde este lugar. Somos capaces de desplegar toda nuestra sabiduría lunar acerca de ese signo. Cuando dejamos que el mecanismo nos atrape no siempre crecemos. Con una Luna en Géminis, por ejemplo, en un momento de desprotección nos ponemos a explicar, aclarar, racionalizar y dudar, cuando a lo mejor la vida nos pide a gritos sentir, resonar y silenciarnos.

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